¡Coches autónomos con problemas!
Los vehículos autónomos deben conducir a sus pasajeros de forma segura, pero un experimento reciente desvela las tremendas vulnerabilidades.
Si le hacemos caso a los grandes del sector del automóvil, los conductores pronto serán solo espectadores: el vehículo guiará por sí mismo gracias a un piloto automático que te llevará de A hasta B, se comunicará con otros vehículos y reconocerá las señales de tráfico y demás instalaciones de seguridad vial. Así quieren librarse del factor humano, evitar los accidentes y llevar a los pasajeros a la meta de forma relajada y segura. Pero científicos de la universidad de Washington demuestran que todavía queda mucho camino por recorrer: engañaron a los sistemas de seguridad de un vehículo autónomo de forma que perdió la orientación.
Pegatinas que confunden al piloto
Con unos cuantos gestos sencillos los investigadores convirtieron al vehículo autónomo, aparentemente seguro, en un peligro impredecible: pegaron unas pegatinas sobre una señal de STOP, de forma que se podían leer las palabras “Love”, y “Hate” junto a la de “STOP”. Esto no es nada extraño en las grandes ciudades, en las que los grafiteros o gamberros vandalizan las señales de tráfico y modifican parcialmente su mensaje. Pero mientras que el ojo humano puede seguir interpretando a la perfección la señal modificada, los sistemas de vehículo autónomo no se muestran capaces de responder correctamente a estos cambios.
¡Atención, estás en peligro de muerte!
El experimento mostró consecuencias fatales. La tecnología interpretó la señal como una de límite de velocidad de 45 millas por hora. Es decir, que el vehículo hubiera ignorado la señal de STOP y hubiera seguido su camino a casi 72 km/h. Y también en un segundo intento los sensores del vehículo fallaron: una señal típica en los Estados Unidos para girar a la derecha, decorada con pegatinas, se interpretó como una señal de STOP. ¡Así que en ambos casos el coche hubiera puesto la vida de su conductor en peligro!
La razón de que los técnicos de la Universidad de Washington lo tuvieran tan fácil se debe al sistema del piloto automático. Este se compone de dos elementos: por un lado, las cámaras y sensores registran las inmediaciones (es decir, peatones, coches y señales); y por otro se reconocen objetos y, por ejemplo, se activan los frenos.
Necesita más seguridad
Como ha demostrado el experimento, eso no es suficiente ni de lejos. Por ello los científicos de la universidad de Washington piden a los fabricantes que completen sus sistemas con funciones de seguridad adicionales. Entre ellas, un amplio número de mapas en el que se encuentren las posiciones exactas de señales de tráfico.